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Construir con aire

En la época de construir con EFTE, la arquitectura parece haber dejado atrás la densidad del brutalismo y pesadez del hormigón. Son incontables los proyectos que hablan este nuevo lenguaje en el que, mediante el uso de unos u otros materiales, los edificios parecen peligrar ante los esfuerzos que pudiera ejercer el viento.

La obsesión por difuminar el límite, ese «umbral», nos ha llevado a desdibujar los muros para convertirlos en elementos apilados ya no unos sobre otros. Ahora son elementos que se apilan en los límites del espacio, como si un «big bang» en el interior de la habitación hubiera desplazado toda la materia para conformar ahora unas fachadas, suelos y techos que quedan ingrávidos, flotando, moviéndose lentamente al mismo ritmo que cambian las estrellas en relación a nuestra longevidad.

Los materiales pierden su coherencia, se contradicen con las ideas a las que quedaban asociados en nuestras mentes: densidad, monolitismo, estabilidad… Este desplazamiento y nueva forma de colocar los elementos nos lleva a plantearnos la realidad de estos conceptos.

Cómo ocupar una habitación con aire

Imaginemos por un momento que nos encontramos ante la siguiente situación en nuestro estudio. Un cliente peculiar ha venido a vernos con un encargo que para el tiene mucha importancia. En el momento de describírnoslo lo hace con las siguientes palabras. –Me gustaría que llenara la habitación de mi vivienda de aire.- Mientras tanto, en nuestra mente y de manera instantánea se formula la siguiente respuesta. –Pero querido cliente, su habitación ya está llena de aire.- A lo que el respondería. –Sí, sí, pero lo que quiero es que se sienta, que se pueda observar, que realmente ocupe ese espacio-.

Con esta reveladora conversación llegaría la noche, y a muchos de nosotros esa petición nos quitaría el sueño por lo interesante que resulta. En este contexto nos preguntamos, ¿se ha enfrentado alguien ya a este problema? ¡Sí! Claro que si. Una vez más el mundo del arte aparece para rescatarnos.

Reverse of Volume.

Podríamos entender el encargo del mismo modo que lo hacía Onishi Yasuaki en su instalación «Reverse of Volume», donde experimenta con generar un vacío mediante el uso de telas plásticas que quedan colgadas, conteniendo el espacio. Sin embargo, esta forma de interpretación parece no convencer a nuestro cliente. No es lo suficientemente exagerada, y piensa que esta obra remarca el espacio, el vacío, la ausencia de material. Nos mira con desconfianza en sus ojos a la par que insiste –Yo lo que quiero es que ese aire se note-. Una noche más, volvemos a nuestro catre con la incertidumbre de si conciliaremos el sueño ante tal original encargo. En la galería de artistas que han luchado con este concepto aparece otro, ¿quizás este conseguirá salvarnos?

Esta vez es Ryuji Nakamura con «Cornfield» quien nos da la pista de como actuar. ¿Su obra? Un poco de papel, algo menos de pegamento, y un gran espacio que «llenar» de aire. Teniendo como reminiscencia un maizal, el artista elabora una estructura tridimensional de papel que es capaz de contener ese aire. A diferencia de «Reverse of Volume», en esta obra el aire no solo queda contenido y debidamente marcado, también se convierte en un obstáculo. ¿Es el papel el que nos impide pasar, o es el aire por haber quedado envuelto? (Decir que nuestro imaginario cliente quedó satisfecho una vez que le propusimos una actuación que siguiera esta forma de interpretación del problema).

«El viaje de vuelta«

Tomando prestadas las palabras y tesis de nuestro querido Antonio, queremos hacer un pequeño llamamiento a lo nuestro. Quizás fue un error irnos a Asia para buscar a artistas que han tratado de entender lo que significa el espacio, el vacío, y representarlo mediante instalaciones. ¿Acaso no tenemos más cerca de nosotros arquitecturas que son capaces de desentrañar esos misterios, aunque lo hicieran sin ese objetivo?

¡Pero si es esto lo que buscábamos! Un espacio que rezuma contemporaneidad, orden. Un espacio que respira, hecho por aire. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes de que, con una mirada crítica y cariñosa, podríamos rescatar las ruinas de nuestro pasado productivo para convertirlas en herramientas de creación al servicio del espacio contemporáneo?

Solo queda observar del pasado, aprender. Interpretar. Quizás el error fue no darnos cuenta antes de que no hace falta irnos tan lejos para construir con aire.

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