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Patios(+)Personales: Martín Dulanto

Martín Dulanto. Fuente.

Esta semana volvemos a traer un artículo que se enmarca en nuestra sección favorita, ¡Patios(+)Personales! Y para consolidar nuestro interés por generar una imagen internacional de Patio de Sombras, en esta ocasión nuestro protagonista procede del otro lado del Atlántico: Os presentamos a Martín Dulanto.

Para quien no lo conozca, se trata de un arquitecto de nacionalidad Peruana y de recorrido joven, habiéndose graduado en el año 2007 en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Comenzó su carrera profesional en el 2008 como socio fundador de Taller 33, donde permaneció hasta 2012, momento en el que decidió comenzar una nueva etapa formando su propio estudio -Martín Dulanto-, en el que sigue trabajando hasta la actualidad.

Recibió el segundo premio de la categoría «Arquitectura construida» en la «Bienal de Arquitectura Joven 2013» gracias a su proyecto en la Casa Seta. En ese mismo evento también obtuvo una mención en la categoría «Arquitectura no construida» por su proyecto Casa PuL. Entre su obra podemos encontrar proyectos tan interesantes como la casa Blanca, la casa oZs0 o la casa Lapa, llevándole esta última a estar entre los 20 finalistas de los premios Oscar Niemeyer 2018.

Marcio Kogan, una brisa de aire fresco

Patio de Sombras (PdS): Para comenzar, querríamos que nos contaras sobre ti y el funcionamiento del estudio. ¿Cómo es el estudio Martín Dulanto?

Martín Dulanto (MD): El estudio responde directamente a un proceso de irme conociendo. Con 25 años ni si quiera sabía si quería ser arquitecto. Ya había terminado la carrera, pero no sabía que quería hacer. Cuando terminé sabía que tenía que trabajar. Ahí entonces di con Marcio Kogan, ¿lo conocéis? -Respondemos negativamente, e iniciamos el contacto con un arquitecto que trabaja con la rotundidad y formas puras, pero que parece que también toma de Barragán el color, o del arte la forma de contar las cosas. Gestos que se convierten en proyectos.-

MD: El trabajo de Marcio es bastante limpio. Limpieza como concepto, no complicarte la vida. No sólo como concepto arquitectónico, sino algo llevado a la vida. Marcio me dio a mí eso. Llegó en un momento de crisis personal, estaba trabajando en dos proyectos y a ninguno le agarraba el gusto. No podía más, no sabía por dónde ir y no me gustaba ver referencias. Sentía que si veía referencias copiaba. Después he ido aprendiendo que en absoluto, que no es así. Pero me fascina ver referencias de todo tipo. Buscar inspiración, o soluciones y respuestas en otros campos. Música, gastronomía, arte…

Conocí a Marcio y a Diana y al encontrarme con ellos descubrí un mundo. Lo que más me llamó la atención era la manera en la que vivían la arquitectura. Aquí en la universidad, algunos profesores comienzan a compartir su visión negativa sobre la arquitectura. Quieren convencerte de que tener un estudio es vivir una vida bastante complicada y sacrificada. Aburrida, tensa, estresante. Yo no entendía por qué tenía que ser así.

Mientras estudiaba también me agobiaba que mis amigos vivían una pasión que yo realmente no sentía. Hacía las cosas que sentía que tenía que hacer, y ya está. Sentía que estaba yendo en una dirección equivocada, iba hacia donde me llevaban los profesores, a donde íbamos todos. Conocer a Marcio me dio la tranquilidad de saber que muchas cosas que yo intuía no estaban mal. No se cómo han llevado ustedes la carrera, pero yo debo de haber trasnochado no más de 20 veces en total, cuando tenía compañeros que lo hacían más 20 veces en un sólo ciclo. Era cuestión de cómo manejabas tu tiempo y de cómo vives la arquitectura. Esta tranquilidad que llegó a mí gracias a conocer a Marcio no sé si llegó exactamente tarde, porque hubiera sido vital que se diera antes cuando estaba en la universidad para no pasarlo tan mal después. Pero creo que llegó en un buen momento porque ya tenía la capacidad de entender una serie de cosas. Ya había pasado por años de universidad, dos años de trabajo donde no agarraba mucho el gusto. Simplemente tenía que trabajar.

Martín Dulanton junto a Marcio Kogan.

Ya ejerciendo la arquitectura y enfrentándome a problemas reales con clientes, en la obra, llega esta especie de aire fresco que me da la capacidad de ver el trabajo y la profesión desde otro punto de vista. Cuando conocí a Marcio yo era socio de una constructora. Allí se veía la construcción, yo veía la arquitectura. No lo disfrutaba del todo. Era siempre bastante estrés y tenía la limitación de no poder manejar las cosas como yo quería, al menos no al 100%, porque tenía un socio.

Finalmente decido formar mi propio estudio. Un par de chicos que trabajaban en esta constructora vinieron conmigo, siguen aquí y son como mis manos derechas. Son los que me llevan la oficina. Miguel y Raúl. Después se han ido incorporando otros miembros y se ha ido rotando. Miguel, Raúl y ahora también Gabriel siempre han estado aquí, son como pilares de la oficina. Con esta tranquilidad de que las cosas que hacía no estaban mal necesariamente, empecé a disfrutar. Para que se hagan una idea, cuando estudiaba me pasaba horas dibujando estupideces. Cuando empecé a trabajar me olvidé por completo de eso. Sentía que si en algún momento dibujaba estaba como perdiendo el tiempo. Pero me he quitado esa presión de encima. Ya con una mayor libertad y tranquilidad puedo disfrutar el tema artístico, arquitectónico y gastronómico, incorporándolo sin culpas en nuestra arquitectura.

De alguna u otra manera, todo está amarrado, relacionado. Una de las cosas que yo más disfruto de mi profesión, de mi trabajo, es la oportunidad de llegar a conocer gente. Llegar a tener una relación de amistad con mis clientes. Mis dos mejores amigas empezaron siendo mis clientes. ¿A qué voy? Yo no veo la arquitectura como netamente arquitectura. No veo la arquitectura como diseñar. No me siento tampoco el dueño de la palabra, ni quiero darle lecciones a nadie. Simplemente tengo esa tranquilidad que fue madurando con el paso del tiempo de llevar la profesión de una manera ligera.

Una vez, Raúl, que el sí es un genio absolutamente teórico y sabe muchísimo de arquitectos y teorías, citó a alguien para referirse a mí, y dijo algo así como que lo que a él le parecía muy interesante, era que yo tenía esta libertad de no saber. Entendido de una manera positiva. Cuando sabes mucho de determinadas cosas, automáticamente te pones ciertos parámetros. Él decía que yo tenía esa frescura de no arrancar con esos conceptos, por el simple y sincero hecho de no conocerlos.

Ahora mismo estoy en un momento profesional en el que estamos bien contentos con lo que estamos haciendo. Creo que nuestros mejores proyectos, de lo hecho hasta ahora -aunque siempre se dice que lo mejor está por venir- son los actuales. Los que ni si quiera tenemos aún vistas tridimensionales.

Conociendo la pequeña familia

PdS: Continuando charlando del estudio, estamos interesados en conocer como es la dinámica de trabajo en el mismo. ¿Cómo es el ambiente? ¿Se trabaja con maquetas? ¿Se dibuja mucho? ¿Sólo trabajáis con planos?

MD: Voy a ser totalmente sincero. Todos los proyectos siempre comienzan con una idea que generalmente sale de mí como concepto inicial del proyecto. Me contacta el cliente, me explica lo que quiere, voy al terreno, veo como es, me siento con los chicos y les digo que «la casa va por acá» mientras hago un boceto y ya está. Este dibujo inicial que sale en esta reunión comienza a convertirse en planos por Miguel, Raúl o Gabriel. Tras esto se realizan una seguidilla de reuniones donde se intercambian opiniones y se empieza a afinar y limpiar el plano. Hacemos maquetas sí, pero no es tanto parte de nuestro proceso creativo. Normalmente la gran mayoría de maquetas las hemos hecho después de que el proyecto estuviera listo, por un tema de presentación ya sea para el cliente o para alguna exposición.

Sin querer sonar pedante -ya os habréis dado cuenta que no lo soy- siento que tengo una facilidad para el diseño. Nuestros diseños podrían ser mucho mejores, sin duda, pero a lo que voy es que hay mucho de intuición en nuestro trabajo. Llego al terreno y tengo la intuición de por dónde debería ir el proyecto. Generalmente no me equivoco, o si me equivoco no es algo tan grave, no se aleja mucho de lo que se concibe inicialmente.

Regresando a la pregunta de «cómo es el ambiente», no sé si han escuchado esta frase que es algo así como «haz que tu trabajo no se sienta como trabajo y no tendrás que trabajar nunca». No sé si de una manera muy consciente o no, pero creo que siempre fui hacia eso. Y poco a poco los chicos se han contagiado. Si bien hay horarios, y hay sobre todo metas que cumplir, también hay un trato bastante abierto, bastante humano. Ellos se ríen y para molestarme dicen que no es tan horizontal como yo lo pinto, pero lo es en gran medida, tienen muchos permisos, muchas libertades. Me gusta manejarlo así. Si yo estoy contento, ellos tienen que estar contentos. Si a mí me va bien, a ellos les tiene que ir bien. Yo no podría estar bien sabiendo que ellos tienen problemas serios. Cada vez que los puedo ayudar los ayudo, y ellos también a mí.

Miguel, Raúl y Gabriel asumieron la oficina como propia, así que se involucran al 100%. No toman cada encargo como una obligación, sino que toman conciencia de que lo que hagan lo están haciendo para ellos también. Si me va bien por algo que han hecho ellos, nos va a ir bien a todos. Yo estoy feliz. Nos matamos de la risa todo el día.

Estos meses de verano en Lima todos los viernes hemos salido a almorzar, algunos han terminado no como exactamente en una borrachera, pero así, jugando Monopoly acá en la oficina, que para que se hagan una idea el juego terminó de golpe porque Raul en un acto de piconería, hizo un movimiento para no pagar una plata y tiró el tablero. Ese es el tipo de relación que tenemos. De alguna u otra manera y siempre lo comentamos, esto se transmite hasta los clientes.

Por ejemplo, nosotros tenemos una manera particular de cobrar por los proyectos. No cobro por metro cuadrado, cobro por proyecto. No cobro adicionales, salvo que la situación sea crítica y el proyecto haya tenido muchos cambios siendo demasiado largo. Suelo darle al cliente mucho más de lo que espera inicialmente. Y eso ya está en el ADN del equipo también. Llega a un punto en el que no es que te contratan y te dicen «hazme diez cortes», y cuando tienes que hacer 5 más te revienta, porque sientes que no te corresponde. Acá la mentalidad es que nos están contratando por el proyecto y se hace lo que sea necesario para que el proyecto salga bien. Si sale bien nos van a publicar a todos y vamos a tener más trabajo. Es un tema de que salga bien.

Ellos me piden permiso para salir antes todas las semanas, saben que siempre se pueden ir. Pero también saben -y yo sé- que, si necesito que vengan un sábado a trabajar, o que trabajen un viernes hasta las 11 de la noche o las 12, lo hacen. No tiene por qué ser desde la oficina, quizás desde su casa, pero lo hacen. Ahora, por ejemplo, yo tenía una reunión a las 8 de la mañana, llegué a la oficina y tenía los planos listos. Raúl los había dejado impresos. Ya no solo el archivo listo, sino los planos impresos para que yo solo venga, me siente y tenga la reunión. Ni si quiera lo había pedido. Ya hemos llegado a un punto en el que todo es así, re contra automático y re contra asumido.

Hay como equipos, inevitablemente se forman equipos de trabajo. Yo estoy como cabeza, luego están Miguel, Raúl y Gabriel. Finalmente Michaella y Adriana, que son las practicantes. Miguel, Raúl y Gabriel tiene cada uno a su cargo dos o tres casas. Se dividen y mientras Miguel trabaja Adriana lo apoya. Michaella apoya a Raúl. Pero si llega mañana un cliente y dice «Martín, necesito esto para pasado mañana», todos son capaces en cualquier momento de dejar lo que están haciendo, y apoyar a otro.

Ahora estamos diseñando unas casas en la selva, en Kuelap. Son dos casas, Raúl iba a tomar una, y Miguel iba a tomar otra. Pero reaparecieron dos clientes antiguos cuyos proyectos estaba trabajando con Miguel. Como él está muy ocupado, Gabriel está tomando la segunda casa y no hay ningún problema. Si Miguel en algún momento se libera y quiere opinar, opina. Todo suma.

PdS: Esto nos lleva a querer hablar de cómo es esa relación con el cliente. ¿Cómo es la conversación en la que el cliente te cuenta cuál es su estilo de vida y sus necesidades?  ¿Cómo pasa eso a tener una forma?

MD: Mira, yo creo que el tema del cliente es quizás el más complejo. Recuerdo que en la universidad los profesores decían que el arquitecto tenía hasta que ser terapeuta. Y es verdad. Creo que sobre todo uno tiene que tener bastante muñeca para manejar la situación. Soy una persona bastante fácil de llevar, que trata de no hacerse problemas. Invierto gran parte de mi energía en evitarme problemas.

Esta facilidad hace que casi de entrada haya una buena relación con la mayoría de clientes. El cliente percibe una predisposición a que las cosas se hagan bien, eso hace que se sienta cómodo casi de arranque. Cuando ve que empieza a pedir cosas y no se le cobran adicionales se siente re contra cómodo.

Luego se va traduciendo casi de manera natural en conversaciones y en un análisis «medio psicológico» que me permite llegar a identificar lo que este necesita. Normalmente viene el cliente, tenemos una primera reunión donde me dice todo lo que quiere, y eso termina siendo esto –Martín nos enseña una hoja de su cuaderno-. Es básicamente una lista de necesidades, de ambientes, donde yo apunto cosas importantes. Como si ha tenido alguna mala experiencia, o una muy buena experiencia, todo lo que pueda servir para el proyecto. Pero después conforme se van dando las reuniones y el cliente ve que se encentra no solo conmigo, sino también con los chicos, que somos personas bastante fáciles de llevar, empieza a darse casi una relación de amistad.

¿Saben lo que es el «Chifa»? –Respondemos negativamente– El chifa es la comida China fusionada con Peruana. El chef del Chifa Titi, que es el que nuevamente ha sido reconocido como el mejor chifa del país, es cliente nuestro. Le estamos diseñando la casa Arándano. Ya hemos llegado a un punto en el que, si alguna vez vamos al restaurante, él nos invita. No siempre todo, pero nos saca algún plato. Nos ha invitado a su casa a cocinar para nosotros. Se trata de prestarle mucha más atención a todos los detalles que están rondando en la arquitectura pero que no son arquitectura.

En mi caso lo importante ha sido eso, el permitirme disfrutar de todo eso que viene con la arquitectura. Porque asumo que yo como arquitecto, tengo que hacer una arquitectura cuanto menos aceptable. Entonces cuando empiezas a hacer tu trabajo, pero te empiezas a permitir cosas como esta –Martín nos enseña diferentes estanterías de su espacio de trabajo-, cuando ya no sientes vergüenza de tener esto como parte de la decoración de tu oficina, cuando empiezas a disfrutar de esas cosas, o cuando yo empecé a permitirme estas cosas, todo cambió.

Después llego a la oficina de Marcio y el huevón tiene todo así. Sacaron un Moleskine de su estudio, «Inspiración y Proceso en Arquitectura«, donde se puede ver su estudio y su forma de trabajar.

Claro que lo suyo son cosas de diseño, objetos carísimos… Tiene miles de cosas de ese tipo. Yo cuando lo conocí le regalé un dibujo, y al poco tiempo me mandó una foto de ese dibujo puesto en una urna de acrílico entre todas esas cosas. Sabiendo eso, le dimos en la oficina uno de estos –Nos enseña un tejón impreso en 3D-, es el tejón, la mascota de la oficina, ese animalito de bosque. Lo hice porque sabía que él lo iba a poner entre sus cosas. Efectivamente cuando volvió a Sao Paulo lo colocó y nos mandó unas fotos.

Esto está bien, permitirte este tipo de cosas siempre que no te vayas al otro lado y termines proyectando una imagen de absoluta irresponsabilidad y dejadez. Ser auténtico, pero haciendo bien las cosas, punto.

Enfatizando el pensamiento

PdS: También queremos indagar más en el perfil de vuestro cliente. Querríamos saber si os dedicáis en exclusivo a la creación de esta vivienda para clases altas, o si también os habéis enfrentado a proyectos de carácter más humilde y presupuestos más ajustados.

MD: De arranque te digo, no creo que la clase alta sea la que más se interesa por la arquitectura, sino que más bien es la que la puede pagar. Creo que son las clases media y baja las que más necesitan del servicio de los profesionales, y creo que hay una tendencia mundial de cambiar estas cosas y acercar la arquitectura al pueblo, y mediante la arquitectura solucionar problemas que son bastante críticos. ¿A qué voy? Yo no voy a meterles el cuento de que soy un arquitecto absolutamente entregado a la labor social y de una manera casi heroica voy a solucionarle los problemas a la gente humilde. Yo considero que cada uno es bueno en algo. Entonces de lo que se trata es de identificar ese algo en lo que eres bueno, y hacerlo de la mejor manera posible. No pretendo ser referencia de nadie arquitectónicamente hablando. Simplemente encontré mi camino, hago las cosas como me gustan, y ya está. De la mejor manera que puedo. Si me parecería re contra interesante que esa manera de ver las cosas inspire a alguien para hacer lo que quiera. Yo no me considero bueno haciendo vivienda de muy bajo presupuesto, lo que realmente disfruto por ahora y donde realmente me encuentro es en estos grandes volados, en estructuras más complejas que permitan espacios amplios… Que esto no es necesariamente lo más barato, sino todo lo contrario.

Hay gente que lo que hace es irse contra los arquitectos que hacen este tipo de trabajo que hacemos nosotros. «Estás haciendo casas para ricos y deberías estar haciendo casas para pobres.» No. Yo creo que hay todo tipo de arquitectos y cada uno tiene que encontrar su nicho y hacer las formas de la mejor manera posible. Curiosamente, ahorita estamos con un chico de la universidad donde yo estudié, y nos presentamos a un concurso de vivienda económica. Ahora estamos trabajando en la propuesta, pero lamentablemente en la oficina tenemos mucho trabajo y no he podido entrar al 100%. Estamos dándole vueltas a una idea que hay que madurar.

Definitivamente no es nuestro fuerte y prácticamente no lo hacemos. No digo que no lo vaya a hacer nunca, pero no es en lo que estoy concentrado ahora. Si bien no veo la arquitectura como mi trabajo, es lo que me permite generar ingresos para vivir. Y ahora estoy enfocado en consolidar una imagen como arquitecto. Ir haciéndome un nombre que me permita generar más trabajo en el futuro. Quizás cuando esto ya esté consolidado, pueda pensar en apoyarme de otras maneras. Te estoy dando la respuesta más sincera, realmente es así. Pienso que la gente debería ser así.

Hace tiempo vi un documental, «Hacer mucho con poco» de unos chicos de Ecuador –estudio Alborde-. Lo vi porque hay una arquitecta que se llama Marta Maccaglia amiga mía, italiana. Tiene una fundación que se llama Semillas y ella si ayuda realmente a comunidades en la selva. Hace un trabajo interesantísimo. Ella me invitó a ver las conferencias y así conocí a estos chicos.

Ellos se están decidiendo por apoyar a la gente, aportando con todo lo que pueden. Y a mí eso me encanta, cuando he podido les he dicho que, si en algún momento consideran que podemos aportar con algo, que nos avisen. Pero siempre desde un modesto rincón en el que como les dije hace un rato, considero que soy bueno para otras cosas. Si ellos son buenos para eso, y consideran que algo de la capacidad de nuestro estudio puede aportar, aportamos bajo su dirección. Pero no soy experto en hacer edificios económicos. No es algo de lo que me enorgullezca.

PdS: No estamos dentro del mundo americano en absoluto. Hay una barrera que no permite que las noticias crucen el charco, y nos aportas una visión muy actualizada de allí. Podemos saltar y hablar ligeramente sobre el tema de la crisis de estos últimos años. En nuestro caso, aquí la crisis fue un problema monumental en el campo de la arquitectura. Hubo una explotación urbanística que acabó con arquitecturas muertas, sin habitar, que no funcionan. ¿También se notó allí?

MD: Bueno, hay una crisis a nivel mundial. Todo funciona mal en todas partes del mundo. Nosotros ahora estamos con un tema grave de corrupción política, no sabemos qué va a pasar en Perú tampoco. Creo que si se sintió, hubo un bajón, pero definitivamente no tan grave como lo que vivieron ustedes. Vinieron muchos españoles, pero creo que ya han empezado a regresar, y creo que ese es un indicador de que las cosas están mejor allá, o están mejorando al menos.

Hace unos seis años más o menos, como que la cosa estaba mucho más activa de lo que ha podido hace dos, hasta que empezaron todos estos problemas con los presidentes. Y ahí andamos, tratando de avanzar a pesar de la mierda que han sido los políticos.

PdS: También nos gustaría saltar a la faceta artística. Nos contabas que querías ser un artista, y al construir la casa Lapa se observa mucho esa capacidad de composición. ¿Hasta qué punto eres capaz de justificar ante un cliente algunas decisiones que podrían ser más rompedoras? ¿Cómo hablas con un cliente de estas decisiones?

MD: No todos los clientes aceptan elementos tan fuertes. Por más de que muchas veces sea como una especie de capricho estético, trato de llevarlo por algo que también sea real. La importancia del elemento en sí. Algo que va a reforzar el carácter del proyecto, le va a dar personalidad a la casa. Como un elemento lúdico. Estarás habitando una obra de arte. Escaleras como la de Lapa o la casa Blanca no son tanto como un cuadro para contemplar. Son parte de la experiencia en sí.

En la Casa Lapa tienes dos zonas. Una muy abierta, totalmente lineal y sobria. Otra en contacto con la piedra y lo natural del mar, y otra que es este elemento totalmente ajeno a estas dos, y que cuando estás ahí probablemente no hay otro sitio en la ciudad que se le parezca. No es tanto como si le pusieras un cuadro. Es como trasladarnos a otra dimensión.

Tengo clientes que vienen en la primera reunión y me dicen «Ya Martín, no te ofendas, pero algo como la escalera esa naranja… Así no.» Mientras que otros vienen y dicen «Ya, yo quiero eso.» Es todo demasiado personal. Tengo otros clientes que me dicen «¿Pero que está de moda?» y yo les digo que lo que está de moda pasa de moda, así que olvídate de eso. Si se pone algo de moda en nuestro trabajo, no es porque esté de moda, sino porque nos gusta, y coincidentemente está de moda. Le digo a mis clientes que no hay reglas. No es que algo esté bien o mal, estará bien o mal en relación a como les funciona a ellos. Si te encanta el amarillo y las formas libres, podrás tener una escalera así. Si no te gusta el amarillo ni las escaleras helicoidales, se pone otra y ya está.

Todo está en torno a liberarse un poco. Quitarse esta carga de la que hablaba inicialmente.

PdS: Finalizando con el arte. Eres arquitecto, pero tu mujer se dedica al arte. ¿Ella ha ayudado en alguna decisión de proyecto? ¿Has aprendido algo?

MD: Diría que es una persona muy íntegra. Del arte en general, lo que me gusta es difuminar límites. No me gusta ver las cosas encasilladas. «Arte, música, gastronomía…» No sé cómo explicarlo bien… Es como sentarte y percibir lo que te mueve. Cierras los ojos y estás comiendo algo rico, o estás escuchando una buena canción. O te encuentras con algún cuadro que no esperabas ver, o que lo viste de chiquito, te olvidaste por completo y de repente lo vuelves a ver y te sorprende. Va un poco por ahí. Sensibilizarte con todo.

Intervenciones directas de mi obra, no. Pero si en cuanto a acercarme al arte, a tener un punto de vista distinto e interesante, como consecuencia de ella puedo ver el mundo de diferente manera. Creo que la cosa va un poco por ahí.

No es tanto como hacer arquitectura y meterle algún elemento artístico. O hacer arquitectura y meterle un elemento natural. Es comprender que no hay este límite, o no debería haber este límite entre arquitectura y arte, o arquitectura y naturaleza. Ir fusionándolas.

Recuerdo que en algún momento en la carrera diseñé un edificio que tenía en la fachada un árbol. El profesor me dijo algo así como que ya, pero que a la fachada le faltaba pulir la composición, porque el árbol no era suficiente. Que cuando el árbol se muriera, y lo quitara el cliente, el edificio se quedaba cojo. En aquel momento hice lo que haría la mayoría. Quitar el árbol y componer una nueva fachada.

Ahora lo que hago es explicarle a los clientes que así como tienes una columna, una viga o una escalera, también tienes un árbol o un arbusto. Son elementos que no se si llamar arquitectónicos, pero sí que son elementos que te ayudan o de los que te puedes valer para diseñar.

No hay ese límite.

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