La semana pasada, el blog daba paso a esta disertación sobre arquitectura y urbanismo social con una fotografía de la obra del arquitecto y artista desconstructivista Gordon Matta-Clark. La obra de Matta-Clark está plagada de precisiones y cálculos, expuestos en un equilibrio sutil, casi efímero, que contrasta con la profundidad y rotundidad de la propia intervención, en una contradicción completamente necesaria.
A pesar de lo puntual de la obra de Matta-Clark, procedida aparentemente de un modo completamente visual, estas intervenciones se forjan en un pensamiento social donde la visión de la “sociedad eterna” contrasta con un evidente desgaste y ruptura de los principios que van dejando entrever una decadencia y necesidad de cambio (Contraste que aún perdura en nuestros días). Esta forma de comprender un paso del tiempo que aparece casi negado en el día a día se muestra brutalmente en esta serie de intervenciones, así como en otras muchas de arquitectos y artistas que plantean una evidencia de la destrucción como valoración, en un pensamiento casi budista, de lo efímero.
De este modo, el pensamiento optimista de la “sociedad eterna”, que se extiende desde nuestros estándares de belleza (ininmutables, ajenos y apáticos) hasta la presencia en la formación recibida desde nuestra infancia, parece un alejamiento constante de los instintos naturales de reforma, de ruptura y reconstrucción. La única forma de conocer es experimentar, destruir y rehacer, aprehender.
La obra de Matta-Clark es una obra quirúrgica, no solo por la precisión casi de escalpelo, sino por presentar una llaga epitelial que permite observar el interior, sin más, exento de belleza, tan solo realidad.