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Louise Bourgeois, «La inesperada virtud del trauma»

Imagen de cabecera: Manos de Louis Bourgeois, ph: Alex Van Gelder

Tal vez, muchos de nosotros hemos paseado entre sus delgadas piernas, nos hemos enjaulado bajo ella, o sentido la presión de su vientre cargado sobre nuestras cabezas, como quien merodea bajo la cuerda de un equilibrista. Nos referimos a «Mamá», pero no una a mamá cualquiera, si no la de Louise Bourgeois y la transgresora escultura de bronce que parece dominar los jardines exteriores del museo Guggenheim de Bilbao. La obra de la artista francesa -posteriormente nacionalizada estadounidense- sólo puede definirse como máximo exponente del término acuñado por Richard Dorment en 2010: Arte confesional. 

El arte de Bourgeois sólo es comprensible desde la óptica de su vida, como una terapia cronológica que la permite avanzar, y nunca centrada en la producción de la pieza en sí. Así, escultura, pintura, instalaciones… se fueron convirtiendo en herramientas para subsanar una vida traumática y marcada por su dolor personal, desde una figura paterna devastadora, hasta su experiencia con el machismo y la homofobia.

Bourgeois mama
«Mamá» es una escultura de bronce de casi 10m de altura, situada en los exteriores del museo Guggenheim de Bilbao. Ph: Wikimedia

La escultura como sanación

Nacida en el París de 1911, forma parte de una familia de mercantes de tapices, desestabilizada por el consabido hecho de las reiteradas infidelidades de su padre con la niñera de Louise y su actitud explosiva y dominante. Hacia 1930, inicia la carrera de Matemáticas y Geometría, buscando «la estabilidad que las leyes inamovibles le propiciaban», aunque dos años después, la muerte de su madre la proyectó hacia un mundo nuevo como estudiante de Arte.

Durante su formación en La Sorbona, la Escuela del Louvre y la École des Beaux-Arts, Louise comenzó a usar el odio reprimido hacia su padre como inspiración para sus obras, vertiendo su talento principalmente hacia la escultura con piezas que señalaban la tensión y el dolor informe que sentía ante la ruptura de su hogar.

Las instalaciones, escritos y figuras que la francesa comenzó a generar, aunque expresionistas, aportaban un microcosmos, un punto de contacto con el fuero más interno de la artista, que estremecía con un lenguaje propio: El uso de materiales reciclados, recogidos, dañados… en relación con su estado de ánimo, o la figura de la araña en sus últimas etapas como figuración de una madre tejedora, protectora y al mismo tiempo calculadora y peligrosa, son solo algunos de los ejemplos de una producción artística personal y sanadora, aunque dolorosa.

Sleeping Bourgeois
«Sleeping figure», 1950, enmarca el estado de vulnerabilidad y descontrol en los primeros años de los 40. Ph: MoMA

Bourgeois: Una secuencia de días y experiencias

En este viaje de etapas personales, que ella misma definió como «el miedo a caer», «el arte de caer» y por último «el arte de aguantar», Bourgeois conoce a Robert Goldwater en 1938, el que sería su marido hasta 1973, y con el que se mudaría a Estados Unidos para comenzar una andadura mucho más reconocida y duradera, tras ser vapuleada en Francia por la crítica, y también por su propio padre. En esta nueva etapa, Louise comienza a tomar confianza en un arte que parece satisfacer su inquietud, y conoce a personajes como Miró, Pollock o Rothko, y formó parte del American Abstract Artists Group a partir de 1954. A partir de aquí se lanzó a tratar con temas como la vulnerabilidad o la pérdida de control, usando materiales diferentes, más fríos y ajenos a su vida diaria como el mármol o la madera.

A lo largo de su carrera, la obra de Louise recibió la etiqueta de «feminista», aunque no fue hasta el final de esta cuando comenzó a interesarse y ser más consciente de las injusticias que había sufrido como mujer, del día a día de la sociedad LGTB, con la que colaboró en la reivindicación de su igualdad con la obra «I do», o de la tensa situación vivida debida al SIDA en 1993.

De este modo, la obra de la artista francesa se hizo más y más internacional y empática hasta su muerte en 2010, no debido a que perdiese su carga personal, si no por la capacidad de Louise de interiorizar los sentimientos y expresarlos a través de su obra, transmitiendo sensaciones tan puras como la calidez de una madre, fuerte e inamovible, pero sutilmente apoyada sobre el plano sobre ocho enmarañadas patas de bronce.

Spider Bourgeois
La serie «Spider» de la que forma parte tanto «Mamá» como esta (2003), enmarca la convivencia con una madre dedicada a la costura, protectora con sus hijos y dura, defensora. Ph: MoMA

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