Francisco Javier Sáenz de Oíza | Cáseda, 12 de octubre de 1918. Madrid, 18 de julio de 2000; es, sin lugar a dudas, uno de los maestros de la arquitectura moderna en nuestro país. Creador controvertido, arriesgado, reflexivo y crítico, de verbo enérgico, vehemente y apasionado, cuyas obras son admiradas y discutidas a partes iguales, pero que se han convertido en símbolos de la modernidad.
El palacio de festivales de Santander
En el centenario del nacimiento del maestro, parece oportuno acercarnos a una de sus obras más polémicas y aún hoy en día criticada y denostada, llegando a considerarse como uno de los edificios más feos de España.
Situado frente a la bahía de la capital cántabra, el proyecto es fruto de un concurso restringido del que salió vencedora la propuesta de Oíza frente a las de Navarro Baldeweg, García de Paredes o Rafael Moneo entre otros y que supuso la construcción del edificio de mayor escala realizado en Santander en la época. (ver revista COAM)
El Palacio de Festivales santanderino ha sido criticado sin límites ni concesiones, desde las primeras fases de su ejecución, larga y azarosa, hasta el resultado final; tildado de monstruosidad por su estética y ubicación, que despierta aún hoy, casi treinta años después, la animadversión de lugareños y visitantes.
El resultado final dista del proyecto ganador del concurso, sobre todo en su escala y contenido programático. El planteamiento inicial, un auditorio de música de tamaño medio y presupuesto moderado, fue moldeado por las exigencias del gobierno autonómico, obligando a Sáenz de Oíza a modificar el proyecto merced de las peticiones y exigencias del entonces presidente Juan Hormaechea, que pretendía crear un edificio flexible y multidisciplinar, emblema de la cultura cántabra.
Estos vaivenes en el encargo y ejecución, dispararon el presupuesto final y pusieron en entredicho algunas de las decisiones arquitectónicas de mayor calado. Surgieron así problemas funcionales de importancia, que han condicionado la vida diaria de organizadores, escenógrafos, artistas y público. El acceso principal al edificio, planteado de manera ascendente bajo el escenario, emergiendo el público por el foso de la orquesta resultaba inviable y se usó una única vez, tras la inauguración. La falta de espacio entre las filas de butacas no permitía el paso del público, lo que hizo necesaria la sustitución de todas ellas. El gran trapecio acristalado de la fachada principal, que permitía la visión desde la platea de la bahía de Santander apenas se abre, al ser incompatible con el montaje de escenografías o cajas acústicas.
“Todo tiene una motivación, las explicaciones sobran. […] las obras hablan por sí mismas. Las explicaciones están muy bien, pero la silenciosa explicación que la obra produce es la más valiosa”.
Así, entre el rechazo y el asombro, recibió Santander su ansiado equipamiento cultural, esa gran mole de extraño colorido, para muchos inexplicable por su ubicación, escala y estética, destacando sus fachadas laterales completamente ciegas, sus cuatro torres y los motivos decorativos que enmarcan los accesos al edificio.
«¡Oh, Epidauro!»
Si bien es cierto que, contemplando el resultado final, las críticas pueden considerarse en parte acertadas, no sería justo sumarnos a la opinión generalizada sin antes tratar de entender el edificio en su contexto y aclarar el conjunto de decisiones y vicisitudes que terminaron configurando esta polémica obra.
Previamente al análisis de la propuesta en sí, cabría destacar la dificultad que entrañaba el concurso desde el inicio. Se proponía la creación de un Palacio de Festivales, de identidad difusa, debido a la exigencia programática de flexibilidad, en un solar que, según la propia comisión de expertos del concurso, era inadecuado para un edificio de estas características, escaso en tamaño (120×40 m), situado entre medianeras, con una notable pendiente y en directa competencia con la Escuela de la Marina. (ver revista COAM)
La propuesta ganadora, como el propio Oíza relata nace y surge del lugar donde se implanta y queda irremediablemente anclada frente a la bahía. Sobradamente conocidos en Santander son los transbordadores marítimos que conectan el Paseo Pereda con las poblaciones situadas en la margen opuesta, y todo parece indicar que fue en uno de estos trayectos donde se gestó el proyecto, con los primeros apuntes de la propuesta emergiendo sobre la ladera y que, pese a los cambios durante la construcción se asemejan en gran medida al resultado final.
Es en esos trayectos donde se aprecia la propuesta en su entorno y su relación directa con el mundo marinero. Es aquí donde se entiende el empleo del color “los barcos tienen unos colores maravillosos y las arquitecturas son anodinas, grises” («Imprescindibles» , RTVE); los banderines náuticos azotados por el viento, situados en las cuatro esquinas del edificio, que lo anclan a la bahía y lo dotan de estabilidad e inmutabilidad frente a la sala principal que desciende siguiendo la pendiente de la parcela, deslizándose hacia el mar.
Es la única vez que Oíza se enfrenta a un edificio de estas características, y recurre para ello a sus conocimientos sobre el teatro griego, su relación con el templo y lo que este significa, conectando con James Stirling y su proyecto para la Galería de Stuttgart (1970-1984). Se hace referencia así al mundo clásico, enfatizando los accesos al edificio de un modo lúdico, quizá exagerado, mediante la creación de columnas falsas (no sujetan nada), pero cuyo mensaje es verdadero, la creación de un lugar que evoca y representa la propia representación.
Una de las claves para entender y valorar este proyecto es su sección que, pese a las adversidades de partida, resuelve con maestría los condicionantes del programa, adaptando la sala principal a la pendiente del terreno. Espacio de gran rotundidad, definido por el plano de techo, que incorpora un sistema de control lumínico y reflectores acústicos. Donde el escenario es un filtro de la verdadera escena, el horizonte de la bahía.
Pero no todo podían ser voces en contra del nuevo edificio. Encontramos en la crónica de la inauguración, realizada en 1991 por Enrique Franco alabanzas a la propuesta, tanto desde un punto de vista técnico como estético, destacando su exterior integrado en los perfiles de la ciudad.
Más allá de críticas y alabanzas, no cabe duda de que nos encontramos ante un edificio complejo y provocador, que despierta rechazo y admiración a partes iguales, pero que a nadie deja indiferente. Catalizador de miradas y opiniones de la bahía santanderina, debe ser entendido en su tiempo y en sus circunstancias.
Tras siete años de trabajo, previamente a la inauguración del único teatro realizado por Oíza, el equipo encargado de dotar de contenido el Palacio preguntaba al arquitecto por toda la problemática que este acarreaba, a lo que Oíza respondía: “Yo he hecho un pato: vuela, pero hay aves que vuelan mucho más alto. También nada, pero los peces nadan mejor. Y camina por la tierra, pero hay animales que lo hacen más rápido”. (Diario Montañés) Un buen resumen de lo que es este edificio, que pese a sus singularidades y tras un proceso de adaptación a las necesidades finales, ha terminado por configurarse como el foco cultural que pretendía ser.
“Lo que tiene usted que pensar cuando se habla de que mis edificios son polémicos, en el fondo lo que hago es arriesgar […] las obras de arte nacen siempre de quien ha afrontado el peligro, de quien ha ido hasta el extremo de una experiencia”. («Imprescindibles», RTVE)
Autor: Miguel Rosón Mozos
Otros artículos del colaborador:
Urbanismo en tres dimensiones: El Taray
[expand title=»Bibliografía»]
– 1990. Tres arquitecturas – Sáenz de Oíza. Serie documental TVE 22 de noviembre de 1990.
– 2010. Creadores de hoy – Francisco Javier Sáenz de Oíza. Serie monográfica Creadores de hoy, Archivo TVE 24 de diciembre de 2010.
– 2014. Imprescindibles – no te mueras sin ir a Ronchamp (Sáenz de Oíza). Documental Imprescindibles 23 de diciembre de 2014.
– Almonacid, R. 2018. En el centenario de Oíza… Blog Fundación Arquia 17 de enero de 2018.
– Balbona, G. 2016. Una reclamación pendiente desde los años 60. El Diario Montañés 26 de abril de 2016.
– Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. Plataforma de difusión del Patrimonio Arquitectónico.
– Delgado, J. 1989. Sáenz de Oíza se encuentra con los críticos de su auditorio. El País 25 de agosto de 1989.
– El Croquis. Número doble 32-33. 1988 edición revisada y ampliada en 2002. 1946 1988 Sáenz de Oíza.
– Fotogalería. 2016. Construcción del Palacio de Festivales. El Diario Montañés 27 de abril de 2016.
– Franco, E. 1985. El palacio del Festival de Santander, “colgado sobre el mar”. El País 18 de agosto de 1985.
– Franco, E. 1991. El oratorio “Josué” inauguró el nuevo Palacio de Festivales de Santander. El País 1 de mayo de 1985.
– Gallardo, L. 2016. El Palacio Repasa su historia. El Diario Montañés 25 de abril de 2016.
– Lleó, B. 1985. Entrevista a Sáenz de Oíza. Internacional n3 enero 1985.
– Sáenz de Oíza, F.J. 1984. Concurso para el Palacio de Festivales de Santander: proyecto ganador. Revista Arquitectura del COAM Nº 250 septiembre-octubre 1984.
– San Miguel, M. 2016. 25 años para afinar el Palacio de Festivales. El Diario Montañés 27 de abril de 2016.
– Torrijos, P. 2016. Los edificios más feos de España (V): el Palacio de Festivales de Cantabria, un faraón snob. El Economista.es 16 de enero de 2016.
– Villamor, J.I. 1984. Concurso para el Palacio de Festivales de Santander. Revista Arquitectura del COAM Nº 250 septiembre-octubre 1984.[/expand]