Arquitecto: Aldo Rossi
Año: 1971
Localización: Módena (Italia)
También llamada «La ciudad de los muertos», el cementerio de San Cataldo es uno de los grandes clásicos que el arquitecto milanés aportó a la historia de la arquitectura. Con una traza preexistente desde 1800, Aldo Rossi se entromete en una dura batalla por crear una expansión de este cementerio, aportando un punto de vista diferente.
Con unas ideas un tanto radicales, y en una búsqueda constante de representarlas en su propia arquitectura, acomete la idea de un cementerio que establezca la relación entre el cuerpo humano y la ruina, como una metáfora de su desvanecimiento, donde el urbanismo interno al rectángulo perfecto genera una espina dorsal desde la cabeza (el edificio cuadrado) hasta la fosa común, ordenando una serie de costillas perpendiculares que aumentan en altura.
Esta llamada «cabeza» es el edificio más representativo del conjunto: Un cubo de fábrica de ladrillo, perforado en una retícula perfecta. Presentando la idea implacable de la muerte, como un gesto igualador de aquellos que alberga, el espacio se compone de cuatro muros que albergan los nichos en cuatro plantas, con un vacío central abrumador.
El resultado es un cementerio ideológicamente perfecto, que acuña la idea de «La ciudad de los muertos» como un lugar regido por la pureza de la idea, donde se olvida al verdadero doliente, el familiar o el amigo, centrando la atención en la representación de una idea.
La radicalidad de Rossi al expresar la dureza de la muerte, desde la misma planimetría a la ejecución de la obra, genera un espacio casi hostil, ajeno a la cercanía necesaria en un momento de debilidad, para entregar verdades: La muerte es inevitable.
¿Hasta que punto justifica la ideología la agresión al verdadero usuario? ¿No son estas «Arquitecturas de la tristeza» espacios de liturgia para aquel que permanece?