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[p] Colapso

Colapso

Colapso

Texto publicado en el octavo número de [patio], titulado Colapso, con colaboraciones de Álvaro Chico, Dani Quesada, Natalia Ortiz, Álvaro Menéndez, Jose Moreno y Álex Pérez, y el trabajo del estudio balear desnudo arquitectura. Un ejercicio de sinceridad en primera persona para hablar del bienestar mental, como individuos y como profesionales, y la responsabilidad de nuestro trabajo.

Tengo la costumbre –cuando se puede– de trabajar por la mañana. Levantarme cuando aún no ha amanecido ni el silencio, cuando se escucha el murmullo profundo del dormitar ajeno. Echo café en mi taza preferida –la que sabe a casa– y me siento a escribir antes de que la censura se despierte. Pensar con claridad se convierte en un lujo, y que para alcanzarlo no basta con silencio: hace falta un espacio, físico y mental, que por costumbre suelo colmar de rutinas y rituales, una planta en el alféizar y un cuaderno abierto.

Pero más veces de las que me gustaría, ese palco que ocupo de madrugada frente a la pantalla se prolonga –con breves pausas técnicas– hasta la noche. La luz azul, siempre despiadada, es la única que queda encendida. Tacho tareas de una lista que podría ser infinita –y posiblemente lo sea–, y doy por terminado el día con la sensación autoimpuesta de haber sido productivo. De haber cumplido, de haber hecho lo que tocaba. Y también con ese regusto amargo al estirar el cuello, al soltar un suspiro que suena a alarma diferida: me he pasado. Otra vez. Esto es inhumano.

Pero sumo y sigo. Porque he aprendido a vivir así, como un atajo mental o un trabalenguas memorizado. Una sucesión coreografiada de plazos, entregas, sacrificios y naufragios. Naufragios que a veces ves venir, como señales de tráfico en una carretera conocida.

Otras veces se camuflan: en una planta que se ha secado porque olvidé regarla; en un llanto súbito al derrumbarme, cansado, sobre el asiento en un autobús abarrotado. Y entonces entiendo que no tiene que ver con la planta, ni con el autobús. Sino con esa presa interna que, sin ruido, se ha vuelto a romper.

Tardé demasiado en entender que el cariño hacia mí mismo –sí, el ✨autocuidado✨– no es un lujo, ni una moda pasajera, ni un hashtag para domingos lluviosos. Es una forma de resistencia, un acto de guerrilla, de quererse en un entorno que nos empuja a compararnos, a rendir sin pausa, a producir aunque no estemos seguros o nos estemos desmoronando.

Hablar de esto cuesta. Remueve. Pero este [patio] nace precisamente de esa incomodidad: de sentarse, confiar, y mostrar la inseguridad. Por eso, lo hemos hecho con tiempo, con miedo, y con cariño, como las cosas que de verdad importan.

Este número se centra en el peso del bienestar mental, del nuestro y de los demás, como arquitectxs, estudiantes o trabajadorxs, o como usuarixs; de los entornos que habitamos y proyectamos; de la empatía como herramienta y de la responsabilidad de tratar espacios que, antes que cualquier otra cosa, sean habitables. Porque la arquitectura cuida, y también hiere.

HABRÁ COLAPSO,
PERO TAMBIÉN AMANECER.

[patio] es una revista de arquitectura independiente publicada exclusivamente en edición impresa. Puedes hacerte con la tuya y apoyar nuestro trabajo en nuestra tienda

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