En el año 1895 comienza la historia de uno de los pasatiempos favoritos de muchas personas. Desde el momento en el que nació hasta nuestros días, ha sufrido grandes transformaciones, y lo más sorprendente es que estos cambios han ocurrido en relativamente poco tiempo en relación a la historia del hombre. Este pasatiempo es el cine. Sin embargo, esta semana no se la vamos a dedicar a este arte. Este nos ayudará a entender las razones por las que nos parece importante el verdadero asunto que queremos tratar: los Videojuegos.
Como hemos dicho, el cine apareció casi a principios del S.XX. En sus inicios, era algo que los espectadores no llegaban a comprender, como si de magia se tratara. Experiencias que cuentan los mitos, parecían tan reales que hasta el público primerizo sentía miedo al observar cómo se aproximaba un tren hacia ellos.
El tiempo pasó, y esta nueva actividad se fue refinando en una historia que no contaremos hoy. Lo importante, lo que nos importa: Pasó a ser el séptimo arte. Es tal la influencia que tiene, que consiguió abrirse camino a través de ciudadanos corrientes o críticos, tenía la capacidad de hacernos reflexionar y de no dejarnos indiferentes. Mucho tenemos que agradecer también a los numerosos directores que demostraron la potencia que tenía este nuevo pasatiempo.
Pisando sobre huellas
Entendiendo esto… ¿Estamos en una situación similar con este nuevo pasatiempo, que surgió casi 100 años después del nacimiento del cine? Para ayudarnos a seguir adelante, consultaremos lo que tiene que decirnos la RAE respecto a lo que se considera arte:
Con esta acepción podemos confirmar que los videojuegos -o una parte de ellos- cumplen esta premisa en la que se interpreta lo real, o se plasma lo imaginado. Tenemos que entender que, igual que tenemos que agradecerle a esos grandes directores los regalos que nos dejaron en forma de películas, no todos los videojuegos tienen el mismo valor. Además, en comparación resulta más barato -y con ello más accesible- el desarrollo de uno de estos nuevos entretenimientos, lo que acaba produciendo mucha más oferta.
Además, del mismo modo que no valoramos igual todas las películas, deberíamos filtrar toda la oferta de videojuegos que tenemos, para darnos cuenta de que al final también hay una serie de proyectos que son realmente interesantes. Creemos que algunos de estos proyectos son los pioneros que le darán a los videojuegos la categoría del octavo arte.
Vemos como este nuevo producto sigue los mismos pasos que siguió el cine en su momento. Ha acabado generando un inmenso motor económico, producto de la gran cantidad de gente que lo disfruta. Incluso tiene sus propios festivales, solo que a diferencia de ser eventos en los que se le otorgan galardones a los mejores títulos, están más orientados a la exposición, y se convierten en los escaparates de lo que está por llegar en los años venideros.
El mayor ejemplo de esto es el conocido como «E3«, que se está llevando a cabo estos días. Aquí compañías muy importantes como Microsoft o Sony, u otras algo menos conocidas para los que no siguen este campo, como Bethesda o Activision, enseñan los juegos que están en desarrollo, ya sea comenzando a producirse o a punto de terminarse.
Queremos así, dedicarle la semana a este nuevo pasatiempo que tiene que reivindicar su posición como octavo arte. Porque en este podemos encontrar una integración de las otras siete de forma similar a como ocurre en el cine. Lo gráfico se entremezcla con lo acústico, que a su vez se funde con la persona. Lo genial de estas obras maestras de los videojuegos no es que nos enseñen sobre nuestros campos habituales de trabajo, sino que además de eso, y de poder regalarnos reflexiones de actualidad muy interesantes, también son capaces de alterar las normas establecidas en las que entendemos el mundo a nuestro alrededor. Inventan nuevas formas de «manejar» el espacio, de transformarlo, o de interactuar con el mismo. Son experiencias excitantes que nos ayudan a replantearnos la forma en la que entendemos el mundo.
Imagen de Cabecera: Imagen de Firewatch