En 1982 la que probablemente es, hoy en día, la galerista más importante e influyente de España, Juana de Aizpuru, decidió crear una feria de arte contemporáneo en España. Antes de esto, la Movidahabía hecho despertar al país de un letargo cultural que había durado demasiado. Pero a nivel internacional, y especialmente en el mundo del arte, aún íbamos a la cola en muchos aspectos.
Después de varios años gestionando su galería en Sevilla, apoyando y actuando como mecenas de jóvenes artistas (creó una beca para tal fin), Juana de Aizpuru decidió que España merecía y era capaz de gestionar una feria internacional de arte contemporáneo a la altura de las circunstancias. Es ella. Es Juana de ARCO.
Consumir preferentemente antes de
¿Qué es el arte contemporáneo? Perdón, una pregunta mejor: ¿cuándo es el arte contemporáneo? Aunque las fechas de inicio y fin de la mayoría de los periodos artísticos siempre son difusas, se enmarcan dentro de acontecimientos o vidas de artistas que los hacen fácilmente ubicables. El arte contemporáneo, sin embargo, lleva consigo el hándicap de ser “el arte de hoy”, por lo que su definición y datación es variable con el tiempo.
Podemos llamar arte contemporáneo (hay autores que lo hacen) al desarrollado por artistas vivos, pero es difícil decir que las obras de Basquiato Juan Muñozno son arte contemporáneo. En el otro extremo, hay quien incluso considera que este arte es el desarrollado en la Edad Contemporánea, la cual, recordemos, empezó con la Revolución Francesa. Esto significaría que la maja desnuda de Goya, por ejemplo, es arte contemporáneo.
Cuando ARCO nació, exponía piezas que iban desde el periodo de entreguerras hasta las realizadas en los recién estrenados 80. Aún hoy, en las ferias y museos de arte contemporáneo se pueden encontrar multitud de obras del siglo XX, pero si quieren seguir siendo fieles a su nombre, para estas ferias todo aquello realizado antes del año 2000 empieza a tener próxima su fecha de caducidad.
El fin de semana del arte
Es evidente que no es casualidad que la mayoría de las ferias de arte contemporáneo de Madrid tengan lugar durante los mismos días que el IFEMA alberga a ARCO. Este año en los días 27 y 28 de febrero y 1, 2 y 3 de marzo tendrán lugar en la capital de España, además de la ya nombrada ARCO, las menos mediáticas Just Madrid, Art Madrid, Flecha, Drawing room, Hybrid Art y Urvanity Art, entre otras.
Pero, ¿qué podemos encontrar en estas ferias?, ¿podemos ver lo que se hace, hoy en día, en el mundo del arte? Definitivamente sí. ¿Son una muestra fiel y representativa del arte emergente? Probablemente no. Porque sí, evidentemente hay arte actual (aunque no todo lo es) pero con unas características determinadas. No todo el arte actual es válido para una feria. Hay dos objetivos que tienen las ferias de arte por encima de todo: vender (oferta), e inculcar en los compradores potenciales la idea de que lo que allí se vende, y no otra cosa, es lo que siempre han deseado comprar (generar demanda).
Hace unos años, en plena crisis, la necesidad de ferias como ARCO de vender era tan apremiante, que el arte emergente brillaba por su ausencia, en favor de obras pequeñas de artistas consagrados. Así, bocetos, dibujos y pequeñas piezas de los Picassos, Chillidas, Mirós… abarrotaban los estands, como chucherías para coleccionistas, una inversión segura garantizada por la firma a un precio no demasiado excesivo por no ser obras de gran formato.
Cuarto y mitad de Warhol
Lo cierto es que si el valor de un producto en cualquier mercado es subjetivo, en el mercado del arte se eleva a la máxima potencia. Todo se enturbia entre intereses de artistas, compradores, curadores, comisarios, galeristas, críticos…
Andy Warholes el más claro exponente en cuanto se refiere a producción de objetos artísticos. Llamó a su estudio “The Factory” y engrasó a la perfección una maquinaria que producía sin descanso. Eliminó de las obras de arte dos conceptos que tradicionalmente las habían definido: la exclusividad y la manufactura. En su lugar, creó las obras de arte en serie. En 2013 en Sotheby, una de sus obras, “Silver car crash [doublé disaster]”fue vendida por 105,4 millones de dólares. Lo paradójico, es que el propio Andy Warhol dejó frases escritas como “un artista es aquel que produce cosas que la gente no necesita, pero que él –por alguna razón– cree que es una buena idea ofrecérselas” o “me gusta el dinero en la pared. Supongamos que vas a comprar un cuadro de doscientos mil dólares. Creo que deberías coger ese dinero, atarlo y colgarlo de la pared”.
La cuenta, por favor
En 2011 la feria de arte Just Madrid, en una de sus primeras celebraciones, se nutrió de una especial espontaneidad, se podían ver a artistas realmente contemporáneos, en formatos novedosos. Tuvo lugar en un piso vacío en mitad del barrio Salamanca, como un grito de rebeldía en un mundo demasiado civilizado. En 2012, Just Madrid se trasladó a un garaje de un hotel de 5 estrellas, es decir, el sótano donde la alta sociedad guarda lo que no necesita. Y los artículos volvieron a colgarse de las paredes y a subirse a peanas.
Desaparecieron las instalaciones y obras que dialogan con el espacio y con el espectador para convertirse en objetos. Porque los objetos se pueden pesar, tocar y envolver para regalo. Los objetos se pueden meter en una bolsa de plástico que cuesta 0,05€, y cuanto más llena está la bolsa, mayor es la sensación de haber hecho una buena compra.
Pero, ¿cuánto cuesta una obra de arte? Las galerías hoy en día diferencian entre el mercado primario (obras de artistas actuales, cuyo valor viene determinado por la progresión y proyección del artista y el tamaño de la pieza) y el mercado secundario (arte ya consagrado, sea antiguo, o moderno, y cuyo valor está fuertemente ligado a la repercusión del autor, el número de obras suyas que están en el mercado…), pero en ambos mercados hay una norma básica: el precio y el valor no son lo mismo. El valor de una obra de arte puede ser un tema fascinante, pero aquí, lamentándolo mucho, no viene demasiado al caso… Y determinar su precio es tan sencillo como obvio: el precio de una obra de arte es el que alguien esté dispuesto a pagar.
No está estipulado, ni regulado de ningún modo. El cuadro más caro jamás vendido a día de hoy es el Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, vendido en 2017 por 450 millones de dólares. Y lo es porque alguien pagó ese dinero por él. ¿Es más valiosa la Gioconda, del mismo autor? Probablemente sí ¿Tiene un precio mayor? No, de momento no, porque nadie lo ha pagado; pero también porque tasar cuadros como estos es prácticamente imposible.
¿Se puede poner precio a las Meninas? No hay aseguradora en el mundo capaz de asegurar este cuadro a día de hoy, porque el valor que le damos es incalculable. Sin embargo, en 1834 en el testamento de Fernando VII, aparecen las Meninas tasadas por 400.000 reales, lo que es un precio increíblemente bajo incluso para la época, ya que este cuadro entonces no era tan valorado como lo es hoy en día.
Y es que el tiempo en el que vivimos es otro factor a la hora de valorar económicamente una obra.
Bienvenidos al siglo XXI
Aunque hay varias versiones de la historia, la más extendida es que Anna Boch compró, en febrero de 1890, un óleo titulado “El viñedo rojo” por 400 francos, expuesto en la exhibición anual de Los XX. Cien años después, en 1990, alguien pagó en una subasta de Christie’s, en Nueva York, 82,5 millones de dólares por “Retrato del Dr. Gachet”. Ambas obras fueron pintadas por el mismo autor: Vincent van Gogh.
¿Qué se sabía en 1990 que se desconocía en 1890 para valorar de un modo tan distinto a un mismo autor? ¿Tanto aprendimos de arte en 100 años? ¿O es, más bien, que el arte está íntimamente ligado a una sociedad y a una época?
En el año 1982 ARCO fue una bocanada de aire fresco y conseguimos de algún modo que el mundo del arte se fijase un poco en nosotros. Por cierto, la entrada valía 200 pesetas. Hoy vale 40 euros. Y es que hoy, en el año 2019, quizá deberíamos preguntarnos si tiene sentido una feria en la que el arte del negocio se antepone al negocio del arte.
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