Con la apertura de la «Jirafa Cablejera» -ahora perdida tras una reforma- en nuestras redes sociales, nos movemos al Cuarto Real de Santo Domingo, en Granada. Se trata de un espacio restaurado para mostrar parte de su historia, pero también es un edificio que permite acoger exposiciones temporales. Actualmente se exhibe una exposición dedicada al artista Granadino conocido como «sex» o «el niño de las pinturas«. Esta exposición estará en el edificio hasta el día 3 de Junio, y es una muestra dividida en dos partes: la primera dedicada a la acción que le hizo famoso, el grafiti. La segunda dedicada al resto de soportes donde también trabaja, encontrando obras pintadas en madera, lienzo o incluso persianas, mediante el uso de técnicas mixtas.
No podemos evitar preguntarnos qué es lo que ha llevado al niño de las pinturas a destacar como artista, entre tantos otros grafiteros que también tienen una obra pictórica muy llamativa. Lo cierto es que cuando nos paramos a observar sus trabajos, no podemos evitar pararnos a mirar los detalles, a pensar. Son unas obras que nos incitan a la reflexión. Seguramente esta sea la razón por la que se ha ganado el cariño de la calle, y numerosas oportunidades laborales.
Del grafiti callejero a la apropiación del arte
En sus trabajos, Raúl Ruiz ha evolucionado para acabar recurriendo a una serie de elementos que hacen fácilmente reconocible su estilo. En primer lugar, vemos que sus obras suelen mostrar una alta densidad de objetos. Hay una continua superposición de planos y elementos que genera inquietud y complejidad. Se separa del grafiti plano en el que regularmente se destaca una tipografía o algún objeto. Además, las relaciones existentes entre dichos elementos son los que nos invitan a hacer volar nuestra imaginación, a la par que capta nuestra atención.
Otro de los elementos recurrentes que usa es la tipografía. Pocas son las obras actuales del niño de las pinturas que no contienen tenues frases que quieren ayudarnos a reflexionar con el dibujo. En lugar de frases directas y claras, son frases inacabadas o incompletas. Como si fueran pensamientos etéreos que se escriben. Este carácter místico se incrementa gracias a la cuidada caligrafía, fruto de entender cómo unas frases del Corán pueden ser motivo de ornamento en los palacios de la Alhambra. La escritura aparece como un elemento ornamental y de reflexión.
Por último aparece una leve cita a la vida. Al tiempo. A lo dinámico. Se trata de esas ruedas dentadas que nos hablan del cambio, del paso del tiempo. Como si tras verlas estas se insertaran en nuestras mentes, moviéndose. Nos hace cómplices de sus dibujos obligándonos a imaginar cómo rotan, llevándonos automáticamente a imaginar la continuación de lo que ahí hay plasmado.
Tal ha sido el alcance de la obra de sex, que la ciudad ahora goza de un turismo dedicado exclusivamente a sus trabajos callejeros, o le han encargado decorar numerosas paredes del exterior o interior de edificios, tanto a nivel nacional como internacional.
Nos preguntamos si el caso de Raúl puede ser el inicio de una nueva forma de entender la integración de las artes en la Arquitectura. Nos invita a reflexionar si tal vez, estas muestras, deberían hacernos pensar en volver a plantear edificios que acogen estos gestos de forma permanente y coherente con el proyecto. A trabajar conjuntamente con artistas, para generar los nuevos espacios integradores de las artes. La capilla Sixtina del siglo XXI.
Mientras tanto, lo que sí podemos hacer es visitar la ciudad para disfrutar del patrimonio que posee, del que estamos seguros ahora también forman parte los dibujos firmados por el niño de las pinturas.
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El niño de las pinturas ha creado una nueva forma de vivir el Realejo, gracias a vosotros por recordarlo!!