Convivimos en sociedades limitadas e interconectadas, ciudades, pueblos, comunidades… Núcleos más o menos masificados de individuos diferentes, con aspiraciones y capacidades dispares. Diariamente, cruzamos nuestra mirada con decenas de personas que nos transmiten de manera instantánea impresiones que pueden pasar inadvertidas o hacer mella en nuestros ánimos. Una mirada a una galería de arte, la fascinación por la iluminación del hall un gran hotel, o la estética con la que nos caracterizamos diariamente al vestirnos, marca nuestros intereses, miedos, intenciones… Contamos más de lo que jamás seríamos capaces de explicar.
Para el ser humano, la capacidad y necesidad de convivencia en sociedad ha creado una dimensión necesaria, en la que los intereses conscientes o inconscientes y personales han pasado más allá del plano abstracto en la mayoría de los casos. Por mero ocio, o en una expresión exuberante y personal, el arte ha transcendido sus propios límites y ha abrazado la vida diaria. Desde las pinturas rupestres a las zapatillas que calzas cada mañana, el arte se ha convertido en una base fundamental de la vida diaria.
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Moda, música, fotografía, literatura… No es tan solo ocio u ocupación de un tiempo inerte, se trata de la satisfacción personal y autoconstrucción ¿Acaso no eliges la música que escuchas cada mañana en el metro? ¿O cuál es la ropa que mejor te hace sentir ese día? La expresión y la creación no está tan solo en la mano de los privilegiados renacentistas o «triunfitos» y demás cantantes. Cada uno de nosotros optamos por expresar nuestro interés y nuestra sensación, y más allá, incidimos profusamente en que esta decisión consciente promueva sensaciones en el resto de individuos.
Y lo mejor de este «arte improvisado» es que es una creación completamente abstracta, pura y basada en sensaciones, y que a pesar de no basarse en conocimientos teóricos o críticos de moda o cine, por ejemplo, no es una expresión iletrada o ignorante, ni mucho menos –No se vaya usted a confundir-. Se trata del arte puramente humano, sin carteles a lo Venturi ni grandes alardes: Un sentimiento personal promueve sensaciones colectivas. Y esta es la parte esencial del arte sin duda, sea moda, pintura, fotografía o, por qué no, arquitectura; esta es la razón por la que se expone el Guernica de Picasso, o por la que Richard Serra alabea sus metales por los que parece resbalar la gravedad.
Desde los calcetines de colores estridentes a la malla de juncos colocada en el patio para filtrar la luz, son expresiones creativas diarias que en muchas ocasiones observamos y tomamos a la ligera en un entorno que nos aprieta y grita. Ciudades que nos empujan a un frenesí neutralizador de nuestros propios valores ante el que solo queda una respuesta, una herramienta o un arma que ponga freno a las necesidades globales y hable por nosotros sin exigirnos ni presionarnos. Tan solo necesitamos transitar las calles de nuestras urbes vistiendo El arte de andar por casa.
Cabecera: Josué Ullate bailando ante el Guernica en C.A. Reina Sofía
¡Sobre nuestro segundo sorteo anual!
No nos hemos olvidado de que hemos cumplido dos añazos, pero queremos que todos os enteréis que esto va a ser un fiestón en el que todos vamos a participar ¡Y ha llegado el momento de contaros quién más forma parte de todo esto con nosotros!