Música y Arquitectura son dos conceptos que se rozan en la capacidad de emocionar, transmitir y albergar emociones más allá de las intencionadas por el propio “artista”. Como escribíamos hace unos meses en la reflexión que dio comienzo a Patio de Sombras, Arte y Arquitectura son conceptos personales y emocionales, y por lo tanto unidos.
La posición que toma la Arquitectura al ponerse al servicio de la música es variada, desde el mero recipiente, hasta un alentador social y cultural que cataliza el espacio de alrededor.
Sin embargo, en esta entrada pretendemos tomar ambos conceptos en un mismo peso, entendiendo la presencia de la Arquitectura condicionada momentáneamente por la Música, y viceversa, en una simbiosis efímera pero emocionalmente activa.
Posiblemente, el ejemplo más drástico de la cristalización de esta relación entre Arquitectura y Música a un mismo nivel surge desde la colaboración entre Le Corbusier y Iannis Xenakis, siendo este último uno de sus ingenieros durante un tiempo, y compositor.
El resultado de esta unión entre genios se materializa en numerosas obras, como el Monasterio de la Tourette o el Pabellón Philips, donde la música no solo se presenta desde el punto de vista del estudio acústico y ambiental, sino que se materializa en forma de vidrieras o ventanales a ritmos adecuados.
Otro ejemplo en esta unión materializada es la llevada a cabo por Daniel Libeskind, quien abandonó el mundo de la música para dedicarse a la arquitectura. La unión de aspectos permite al arquitecto tomar decisiones personales, únicas en su pensamiento, pero lógicas al fin y al cabo, vistas desde una sabiduría social que atiende al mundo como un aglutinamiento de conocimientos.
Sin embargo, el proyecto que da nombre a esta entrada es “Insigne Sesiones”, llevado a cabo por el estudio chileno Insigne Estudios.
La intención inicial parte del reconocimiento artístico chileno a un nivel global, cumpliendo con la premisa de unir Arquitectura autóctona inserta en paisajes naturales junto con música reconociblemente popular. El resultado es un montaje audiovisual dividido en episodios que emiten cada mes desde el pasado agosto, donde es posible reconocer el carácter de una cultura a través de sus artes, de su mundo interior al quedarse expuesto al exterior.
Desde este proceso de simbiosis momentánea que se menciona al principio, el espacio queda cualificado, la música vibra en el interior de él, mientras que el paisaje se distorsiona al inmiscuirse en esta relación emocional.
Si quieres seguir los capítulos de este interesante proyecto, entra en su página web a continuación, donde podrás disfrutar del primer episodio: