THIS IS A TRUE STORY
[patio] 01
Hipócritas
Hypocrites
De hipócritas, farsantes y otros mentirosos creativos
"You are fake news"
Con motivo del 40 aniversario de la desaparición del artista expresionista de origen belga -aunque afincado en España- Adolf «Cele» Ceulemans, queremos hacer un breve recorrido por la característica obra de este intrépido pintor que inmortalizó con sus trazos las marismas del Guadalquivir.

Ceulemans nace en la ciudad flamenca de Alost en 1907. Su familia rechazó desde sus inicios su carrera como pintor, así que compaginando sus estudios nocturnos con el trabajo en el taller de zapatería de su padre, descubre la obra de Pablo Picasso y decide dejarlo todo y viajar a España.
Arr.: Adolf Ceulemans, en su cabaña cerca de Doñana (Huelva, España), en 1978, desde donde produjo la totalidad de su obra.
En España, se enamoró de las playas onubenses, asentándose allí, donde recibió su pseudónimo y firma, «Cele», al transmitir su apellido flamenco a los habitantes. Desde su primer intento, entendió que sólo podía comprender el color y la expresividad del lugar desde un punto de vista exclusivo.
Así, Cele se embarca en un viaje con destino ascendente. Localizó circos y ferias ambulantes de la región, asegurándose de que entre sus atracciones cuenten con un globo aerostático. A cambio de algo de dinero, Cele subía durante horas en el aerostato para observar, dibujar y fotografiar los paisajes de la zona desde las alturas.
Con los años, adquirió su propio aparato, en el que el mismo Salvador Dalí quiso viajar durante uno de los estudio de terreno de Cele.
Arriba: Serie de fotografías del alzamiento de dos globos aerostáticos que Cele usó como prueba en sus primeros viajes, generando el revuelo en la localidad. 1951.
Abajo: Visita de Salvador Dalí, quien acudió interesado por la obra de Cele, y exigió estar presente en uno de los viajes del pintor belga. 1972.
Por eso los odias, a esos hipócritas (los malos), que se calzan su careta, y da comienzo la función. Y es que hipócrita (el bueno) era el término para los actores del drama griego clásico en el siglo II a.C.. Literalmente, “lo que hay debajo”, para referirse a aquel que se encontraba bajo la máscara, derivado de “aquel que distingue lo que hay debajo”, el verdadero intérprete (de historias, sueños, profecías y premoniciones).
Y es que, al final, sólo el farsante distingue la verdad, abstrae la realidad hasta hacerla indistinguible, hasta plasmar en un único lienzo miles de estratos, historias, ciertas, falsas, interpretadas, soñadas, comprensibles o incomprensibles, pero inexplicablemente presentes. Como en una red, tejida, por ejemplo, por una de las maternales y matriarcales arañas de Louise Bourgeois ¡Eso sí que son grandes mentiras historias!

Inmortalizar esos paisajes a vista de pájaro se convirtió en su obsesión. Tras horas en las alturas, descendía para encerrarse rápidamente en su pequeña cabaña, donde intentaba plasmar cada uno de los colores, destellos, sombras, animales, vegetación… que había percibido en su viaje.
En el otoño de 1980, Cele ascendió por última vez; al intentar plasmar la sombra que proyectaba una tormenta cercana sobre las marismas, su globo, consumido por la tempestad, nunca volvió a descender.
Varado en el cielo, inmortal, observando los paisajes que tanto le fascinaron y nunca terminó de comprender, Adolf Cele trascendió a la historia más como mito que como artista.
Grabado realizado por Cele rememorando su primer ascenso. 1957
Tal vez, entonces, si no podemos diferenciar a los “buenos” de los “malos”, si no podemos saber qué historia es mentira y cuál sólo ficción, si tras cada agujero de bala en el Neues Museum, Chipperfield no puede darnos una explicación, sólo nos queda distinguir entre “los creativos” y “los otros”, porque de mentirosos no hay nada aquí escrito, y todos nos contamos mentiras historias por reír, o llorar, para plasmarlas, para entretenernos… o para entender la obra de un pintor belga jamás existió antes de entrar a un patio.
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