Nacido en 1887 con nacionalidad suiza, este arquitecto, del que ya hemos hablado alguna vez en PdS, es merecedor de que investiguemos al menos levemente en torno a su Patio Personal.
Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, fue un arquitecto conocido como uno de los mayores exponentes de la Arquitectura Moderna europea, desde donde sirvió como referente cultural manteniéndose siempre en busca de la investigación y la innovación conceptual y formal.
Caracterizado principalmente por la búsqueda de una colaboración de las artes, sus primeros años se basaron en la racionalización de la arquitectura y su búsqueda de la «máquina de vivir». Su hambre investigadora lo llevo a comprender que no debía despreocupar la atención a una faceta espiritual y emocional en su arquitectura, eliminando gradualmente la rigidez de su obra y atendiendo a razones más propiamente humanas que a las labores desempeñadas.
Destaca en el campo de la escultura, el interiorismo, el desarrollo de mobiliario, pintura, fotografía e incluso poesía, este francés de adopción usa el arte como una herramienta para acceder a las emociones humanas y dar una respuesta a estas necesidades, a las que las máquinas y la tecnología no podían y no querían atender.
Extrapola esta forma de pensar por medio de su arquitectura y urbanismo, como por ejemplo en el desarrollo de la ciudad de Chandigarh, donde esta forma de pensar es la que rige el desarrollo urbano de un centro político, económico y cultural, que pretende ser el centro radiador hacia el resto del mundo.
Sus últimos días los pasa retirado en su pequeña «cabanon de vacances», una arquitectura mínima, donde destaca lo esencial y donde puede dedicarse plenamente a este menester, a sus escritos, pintura y escultura, hasta morir, quizá intencionadamente, al sumergirse en el mar en 1965.