0
Tu carrito

Trabajando la memoria

Trabajando la memoria

Palau-Castell, Betxí. El fabricante de espheras.

Estratos


Iglesia de Vilanova de la Barca. Aleaolea.

Todos los edificios que cuentan con una longeva edad, tienen, además de ese dato, otro aspecto en común; Son edificios conformados con la tecnología punta de cada tiempo, con las técnicas y pensamientos propios de cada época. Vulgarmente decimos que un edificio pertenece a una fecha concreta, negando el resto de testigos que no pertenecen a ese estrato hegemónico. Quizás sería más correcto que entendiéramos estos edificios como las arquitecturas heterogéneas y que han recorrido la historia que son, sin llegar a una simplificación absoluta. Reconocer los estratos de esa memoria, y no solo el de mayor tamaño.

La memoria es algo difuso y lejano. Lo concebimos como un recuerdo que pasó hace mucho tiempo, y de lo que no tenemos muchos detalles. Figuras difusas, una serie de acciones concretas, y un escenario inacabado pueden conformar un recuerdo. Lo que parece claro es que para la formación de uno se necesitan dos cosas: El tiempo, que filtra los hechos, y un detonante que marque una linea temporal. Nuestra sociedad no entiende lo contemporáneo como algo que forme parte de la memoria. Sin embargo, cabe recordar que el ahora será el futuro recuerdo. Un estrato por construir.

¿Ilusiones fantasmales?

¿Somos sinceros con nuestra sociedad cuando recordamos nuestra cultura? ¿Contamos todos los sucesos que han ocurrido a lo largo de nuestra historia?

Hagamos un sencillo experimento desde nuestras casas, para ello solo necesitaremos imaginar la Plaza San Marcos, en Venecia. ¿Qué va apareciendo en nuestra imagen mental –o en una rápida búsqueda de Google-? Aparece la imponente Basílica de San Marcos, presidiendo el espacio de la plaza. Anexada a la Basílica queda el Palacio Ducal, casi protegiéndola del gran Canal. Terminando de conformar el espacio nos rodean las alas de la plaza, quedando clausuradas por el ala Napoleónica. Pero todas estas arquitecturas parecen quedar rendidas ante el verdadero protagonista de la plaza: el Campanile. Esta torre configura uno de los hitos paisajísticos de la ciudad, configurando una imagen en las diferentes escalas de Venecia.

Plaza de San Marcos, Venecia (1723-1724). Canaletto.

Sin embargo, ¿somos conscientes de que lo que estamos viendo es una reproducción a escala 1:1 del original?Trágicamente el Campanile original se perdió el 25 de Abril de 1902. Un suceso terrible que dejó mella en varias generaciones. Hoy parecemos olvidar este suceso gracias a la ilusión un tanto fantasmal de lo que originalmente hubo. Una decisión para curar un trauma que origina un problema a las generaciones por venir, pues les niega el conocimiento de la realidad.

El tapete de la historia queda erosionado. Se elimina lo ocurrido en aquel momento porque a la sociedad le parece más importante recuperar una imagen que ser coherente con el fatídico suceso y con el propio tiempo. De este modo se «curó» un trauma mediante el uso de una réplica, que actúa como un fármaco amnésico. La sociedad de primeros del S.XX no aceptó lo ocurrido. Si no es un suceso bueno, que no forme parte de la historia.

Sensibilidad colectiva

¿Qué ocurre con la sociedad de primeros del S.XXI? El mundo contemporáneo valora la transparencia, la coherencia, pero también existen peligrosos casos de megalomanía y afán de protagonismo.

Es doloroso ser testigo de un momento como este, en el que perdemos uno de los estratos que conforma la catedral de Notre Dame. Será una muestra de madurez aceptar este suceso, no ocultándolo. Actuar con los medios de cada tiempo es algo que todos los arquitectos han hecho siempre que han intervenido en patrimonio, incluyendo el estrato ahora perdido que dejó Viollet-Le-Duc (S. XIX). La diferencia frente a esta forma de actuar puede ser que ese proyecto de reconstrucción quede encorsetado entre los límites que sugieran las personas, al optar por dinámicas de trabajo que incluyan la participación ciudadana.

Reichstag. Parlamento Alemán. Foster+Partners.

Es entonces cuando nos preguntamos:

¿Esta reconstrucción debe realizarse con una materialidad contemporánea y rompedora con el resto del edificio? ¿O debe buscar una forma de actuar más sutil?

¿Debemos pensar en la posibilidad de incluir nuevos usos, aprovechando esto como una oportunidad que permita reconocer el monumento de otra forma? ¿O debemos limitarnos a situar una cubierta que evite los problemas que genera su ausencia?

¿Quizás debemos no intervenir, entendiendo esta ausencia de acción como una acción en si misma?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *