Ha pasado mucho tiempo desde que OMA propusiera su proyecto en el que aparece la «Hyperescala«. Corría el año 1996 cuando el estudio publicaba su obra para un hipotético ensanche de la ciudad de Bangkok. La novedad aparecía gracias a un proyecto que en lugar de construir ciudad situando una retícula que sirviera de base a un crecimiento urbano, el estudio optaba por la creatividad y la megalomanía, proponiendo un conjunto de volúmenes agrupados que formarían el nuevo barrio. Había nacido el concepto de «Hyperbuilding».
Una nueva forma de crear ciudad que se relacionaba con las fuertes tendencias futuristas en las que se anunciaba la actualización de las ciudades, en las que la escala actual de los edificios quedaría empequeñecida ante las inmensas imágenes que generó la ciencia ficción.
Películas como Johnny Mnemonic, la archiconocida Blade Runner, u otras del género de animación como Akira, o Ghost in the Shell, nos mostraban un futuro distópico en el que la ciudad se transformaba en una masa construida que colmataba el volumen de la misma, una perversión en el futuro de experiencias reales como el caso de Kowloon. Estas fuertes imágenes pasaron de la ficción a la realidad teórica con el Hyperbuilding, pero, ¿en qué quedó todo este esfuerzo?
Megalomanía urbana
Quizás lo más interesante de la propuesta de OMA sea la capacidad de generar una trama compleja urbana. Gracias a la disposición tridimensional de la ciudad, aparecen nuevas relaciones y problemas a solucionar, generalmente de tipo estructural o de movilidad. Las respuestas no hacen más que enriquecer el proyecto, acercándonos a una realidad en la que el protagonista parece volver a ser el contenido social urbano, promoviendo los entornos peatonales y relaciones entre los espacios públicos y privados de la ciudad.
La dificultad técnica del proyecto llevó a su estancamiento, quedando como una propuesta teórica que se convierte en parte del imaginario colectivo de la ciudad que está por venir. La idea cala, y «pronto» aparecen otros proyectos de diferentes estudios que siguen la linea de Koolhaas, donde también presentan sus propias visiones sobre la nueva ciudad tridimensional.
De Rotterdam (OMA), Museum Plaza (OMA + REX), Vertical City (MVRDV), The Lanescrapper (BIG) o Taipei Twin Towers (MVRDV) son algunos ejemplos de esta nueva forma de construir que parece estar abandonando la ficción. Realidades que conquistan por sus formas, nos embelesan con esa oferta de escenarios donde poder usar Instagram, ya sea con el edificio generando el primer plano, o convirtiéndolo en un elemento de fondo. Pero, ¿funcionan? Esa debería ser la pregunta que tendríamos que hacernos.
La deshumanización de la ciudad contemporánea parece haberse convertido en la atmósfera estándar de la misma. El verdadero triunfo, lo que dirá si estos proyectos son propuestas realmente interesantes o son ejemplos de megalomanía urbana, será su capacidad para generar tejido social y nuevas relaciones en la ciudad. Jerarquizar el espacio público de estos nuevos volúmenes, ofrecerlos al resto de la trama. Generar «buen urbanismo, buen proyecto de la ciudad, que debe ser tridimensional«.