Arquitecto: Carlo Scarpa
Año: 1978
Localización: San Vito d’Altivole – Treviso (Italia)
En alguna ocasión nos habíamos tomado el tiempo -menos del que merece- para hablar sobre la obra de Carlo Scarpa. Con una extensa obra, uno de los máximos exponentes de la arquitectura moderna italiana nos resume con gestos coherentes y oportunos, una clase magistral sobre materia y tiempo, una filosofía que, llevada al extremo en su obra, parece generar escenarios en pleno proceso, en construcción permanente frente a nuestros ojos ante detalles que flotan y que parecen invitar a ser investigados como si del ojo clínico de David Lynch se tratara. Esta vez nos aproximamos a la obra de Scarpa para investigar la que sería su última obra, desarrollada entre 1969 y 1978, y que se mantuvo en ese proceso evanescente, evolutivo, hasta la muerte del maestro.
Giuseppe Brion era el fundador de Brionvega Electronics, y un ídolo para Scarpa, por su capacidad emprendedora desde el rincón más bajo de Italia. Con la muerte de este, su viuda encargó la creación de un monumento, una cripta para el entierro del patriarca de la compañía, y el resto de la familia. Con la adquisición de una serie de solares adyacentes a uno que el propio Brion había comprado, el encargo supuso un resto para el arquitecto, quien sentía la necesidad de representar la filosofía de vida que había acompañado a su obra, colapsada por el simbolismo y la liturgia de la muerte.
De este modo, Scarpa crea un lugar que no solo adquiere la función de «continente de un cadáver», si no que aporta la procesión, el filtro necesario para ascender a un estado anímico que permita la contemplación y la cercanía aplastante con un mundo mucho menos terrenal, más cercano al desvanecimiento de lo material. El hormigón, pesado y abrupto se hunde en el suelo, descendiendo desde al acceso, generando estructuras serenas y asentadas que se van abriendo, muchas veces de manera simbólica y pura, para finalmente hacerse casi invisible en la cercanía de la cripta. La madera ocupa un lugar privilegiado: Frágil y oportuna, convive con la rudeza del hormigón.
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