Dentro del abecedario con el que se escribe la arquitectura, podemos distinguir varios elementos. En un edificio podemos ver sus muros, su estructura, su techo… Sus huecos, ya sean puertas a la naturaleza, o ventanas a sonidos extranjeros. El calor y refugio que nos ofrece el hogar… En esta ocasión, posamos nuestra mirada sobre un elemento, que es más un signo de puntuación arquitectónico. Algo que ayuda a organizar, y que aparece no con tanta frecuencia como el resto del abecedario. Esta semana se la dedicamos a la escalera.
Nuestra escalera ha cambiado con el paso de los años. Naciendo como el tránsito entre plantas, cambió en el «espacio público», para convertirse en un escenario donde rebosaba el glamour. Un lugar donde escenografiar el estatus y clase social a través de la vestimenta. Así el objetivo de cambiar de planta se transforma en ser un monumento.
En esta situación, y con el paso del tiempo, la escalera del hogar miraba con envidia a la escalera de la ópera, del teatro, y se planteó mutar en otras formas. Un lugar donde almacenar cosas, un lugar para separar espacios, un lugar donde trabajar, un lugar para iluminarnos… Infinitas posibilidades aparecían. Esta escalera doméstica, había conseguido sin demasiados aires de grandeza, ser más interesante -y en algunos casos, hasta más imponente- que esta escalera monumental.
La nueva naturaleza de la escalera le otorga el título de maestra, porque nos permite aprender a jugar con todas las posibilidades. Ella solo quiere elevarnos, acercándonos así, un poco más a nuestros sueños. Pero en su nueva forma nos permite disfrutar de más actividades o experiencias, y nos invita a preguntarle a nuestros muros, a nuestras mesas, a nuestras sillas… ¿Qué más estáis dispuestos a hacer por nosotros? En ese diálogo, el arquitecto escucha al mueble, y lo transforma. No caprichosamente, sino con cariño, lógica y paciencia.
Solo hay que escuchar a esa escalera. Verla. Tocarla. Sentarse en ella. Entender el lugar en el que se encuentra, y hacerla parte del mismo. Con esta mirada atenta, ella nos acabará regalando maravillosas experiencias.