Desde el nacimiento de Patio de Sombras, hemos luchado por introducirnos, en ocasiones de manera indecente, en los talleres, estudios, despachos… de los artistas, arquitectos y demás personalidad, para mostrar una realidad: El trabajo del «artesano»-sea cual sea su profesión- es un flujo enérgico encabezado por la creatividad y que es capaz de movilizar a cada uno de los integrantes.
Con esta premisa nació nuestra más temprana sección, Patios Personales, donde la desvergüenza se hace patente al contar el día a día de arquitectos, pintores, músicos, dibujantes… Sin embargo hemos decidido dar un paso más allá, acercándoos a vosotros, lectores, la profesión y el entendimiento del artesano: Patios (+)Personales.
Y quién mejor que un arquitecto español de reconocido prestigio como D. Alberto Campo Baeza para daros la bienvenida a esta sección. Para ello hemos pedido que conteste, de la manera única que sólo él sabría, a una pregunta tan sencilla como peligrosa -dada la profundidad que puede acarrear-:
¿QUÉ DIFERENCIA Y QUÉ UNE A LA ARQUITECTURA DEL RESTO DE ARTES? por Alberto Campo Baeza
Para aquellos no asiduos a su obra, Alberto Campo Baeza es un arquitecto -escritor, práctico y docente- discípulo de Alejandro de la Sota, y cuyas arquitecturas destacan por la sobriedad y la rotundidad geométrica, donde la forma y la proporción componen un «catálogo de luz» -natural o artificial- consolidado por el conocimiento de las necesidades funcionales, en una suerte de respuesta a cada una de ellas a través del espacio.
Por último, desde Patio de Sombras queremos agradecer a Alberto y su equipo su participación y su sinceridad en esta sección de nuestra publicación, y esperamos vernos por las Sombras alguna vez más. También queremos hacer un llamamiento a aquellos profesionales del mundo de la Arquitectura y el Arte que quieran puntualizar sobre esta pregunta a ponerse en contacto con nosotros a través de nuestro email.
¡Nos vemos en las sombras!
O que une é o Desenho.
Existen solo dos tipos de expresiones artísticas: las buenas y las malas.
Hay más diferencias entre la buena arquitectura y la mala, que entre la buena arquitectura y la buena escultura.
Si solo existiese la arquitectura, tendrían dónde vivir nuestros cuerpos, pero ¿dónde vivirían nuestras almas, dónde nuestras mentes?